lunes, 22 de febrero de 2010

Hubiera

Los “hubiera” matan.
Matan con su agobio y su capricho de ser cumplidos,
con culpas y castigos que no son entendibles por la razón humana.
Matan con arrepentimiento y nostalgia
sembrando su incertidumbre en los poros más sensibles del alma

Agotando el pensamiento con abismos de duda.
Alimentando la desdicha con lo que queda del deseo.
Matan nublando un presente, que no quiere ser visto
con los ojos de una mirada perdida en el tiempo
y que sin embargo, se pierde en la nada.

Fantasmas de lo que no fue y no será,
son lo que ahora son sin serlo,
porque no lo fueron antes,
porque no vivieron lo nuestro.

Como extraviada en algún instante lejano
está una felicidad que nunca estuvo presente.
Una palabra que nunca llego,
sinónimo de un acto ausente.

Y es así como absorto, en algún lugar de mi pasado
sigo preguntándome: ¿cómo te perdí sin tenerte?
¿Cómo te deje ir sin que hubieras llegado?
¿Cómo reponerme de este capricho?
Tú, que eres mi hubiera,
mi temblor y mi asalto.

Por eso quisiera hablarte de mi deseo.
De ese de cambiar las cosas.
Decirte que quiero volver a intentarlo,
aunque el tiempo se resista,
aunque no pueda cambiarlo.

Y poder decirte que no quiero que seas
para mí un “hubiera” en mi vida.
Para que no que me faltes a cada respiro
con cada instante y a cada suspiro.
Para que no seas un motivo más
de mis destinos fallidos.

Porque si he de perderte,
prefiero perderte una vez
a tenerte mil veces ausente.
Porque los “hubiera” matan.
Al final, como el espíritu condena
a los que no han sabido obedecer al deseo
por terrible que sea su mandato.

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