miércoles, 23 de septiembre de 2009

Epistemología de la mujer

Es de sabido talante que las generalizaciones y caracterizaciones tienden a ser muy injustas con los individuos concretos a los que éstas se refieren. Con todo y que también existan los vivos retratos andantes de dichas caracterizaciones. A riesgo de ello me he permitido aquí el hablar en formas generales y a grandes rasgos de lo que veo en la mujer contemporánea. Tal vez no la mujer en sí, más bien el espejismo cultural que la mujer deja a su paso.
.
¿Y qué con ella? Una de las cosas que más se nos hace presente de este espejismo cultural actualmente tiene que ver con lo que se dio en llamar feminismo, encarnación básicamente postmoderna. Después de mucho tiempo de pensarse a la mujer como la pasividad, la debilidad, lo misterioso o lo abierto; surge una nueva alternativa desde la mujer misma que intenta lograr una explicación, un entendimiento y una valoración diferente. Se aboga por la igualdad y posteriormente por la equidad de género; se lucha por los derechos de la mujer, por desmitificar su rol pasivo, valorarse como igualmente capaz y acceder a las mimas oportunidades que el hombre. De tal modo que a una epistemología tradicional se le antepone nuevas alternativas para conceptualizar a la mujer.
.
Pero en verdad, ¿qué tanto ha cambiado el feminismo a la mujer?
.
Ciertamente el feminismo ha cambiado muchas cosas, claros ejemplos podemos mencionar el voto femenino y el arribo de la mujer a las universidades y a muchas profesiones antes sólo para hombres. No obstante pareciese, en cierto grado, que muchas formas a las que la nueva epistemología se oponía aun prevalecen dentro de los mismos posicionamientos de la mujer misma. En especial a algunos de los que se le consideraban más peyorativos, como la pasividad, la incapacidad y la debilidad. Pongamos por ejemplo las demandas femeninas y la nostalgia por la caballerosidad de antaño perdida.
.
A modo de reclamo, se le suele inculpar al hombre de tomar ventaja del discurso de la igualdad de género para desatender sus obligaciones y buenos detalles debidos a la mujer. Un poco como si el hecho de que los hombres, desde su diferencia, tengan que mantener (aún) tratos distintos a hombres y mujeres, pero solo los que se consideran positivos y están incrustados dentro de la moral de las buenas maneras.
.
Gran parte de la caracterización tradicional de la mujer tenía que ver con un rol pasivo: la actitud de la espera, el semblante de lo que es conquistado. Otro más tenía que ver con lo débil e incapaz: lo que puede menos, que es más frágil, necesita de la fuerza y potencia de otro lado, por tal tenía que ser protegido, ser especialmente considerado. Y como en toda civilización lo potente tiene que cuidar y velar por lo desprotegido, la conclusión era natural: si el hombre es lo fuerte y la mujer lo débil, el hombre debería de dar una especial consideración a la mujer.
.
¿Al final, qué acaso la expectativa de la caballerosidad no es una forma prevaleciente de estas formas tradicionales de considerar a la mujer? Y es que en cierto grado la mujer aun prevalece en un estado de espera. Por eso es que usualmente puede ser víctima del no ser llamada, el no ser valorada o tomada en cuanta, en síntesis el no ser mirada.
.
¿Por qué esperar a que el otro le abra la puerta, page la cuenta, le llame y le invite al cine; y enojarse o sentir desatención si ese otro no lo hace o ni siquiera le interesa?
.
Es curioso que lo que se caracterizaba sobre la pasividad de la mujer, se suela recrear en una esperanza del hombre que algún día llegará a cuidar de ella. Un poco como cenicienta: ser rescatada del mundo hostil gracias a sus encantos y belleza. ¿Y para qué ser un objeto de deseo, cuando puede ser también un sujeto que desea? Qué sí lo es, aunque muchas veces se desista de demostrarlo y sobrereaccione con sorpresa cuando otro hace alarde de ello con patente violencia.
.
Tal vez el feminismo no llegó tan lejos en algunos casos y en ciertas culturas; especialmente ahí donde los roles de género podían ser drásticamente alterados.
.
Sería interesante ver una nueva manera de entender a la mujer (y de ésta de posicionarse). Ya no como la victima de un machismo ejercido por el hombre (figura que además patenta la situación de un ser transgredido por la voluntad de otro). Al final ni ha sido la única víctima de ese machismo, ni ha sido la parte pasiva de esa forma social, por más que se insista en verse como tal. Mil y un formas pueden ser, después de todo: los géneros son invenciones sociales siempre en movimiento, siempre cambiantes.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Breve circunloquio de la rareza

¿Y qué efecto puede tener la soledad en alguien?

Usualmente tenemos la idea de que la soledad es lo que vuelve a las personas raras o diferentes, lo que no quiere decir que la única génesis de la rareza sea la soledad, sino que una de las consecuencias muy probables del estar solo constantemente, es la rareza. Tal vez lo sea, aunque para mí, a la rareza no la entiendo como una categorización peyorativa, tal vez tampoco positiva, sino una condición con sus ventajas y sus desventajas.
.
Lo raro, lo entiendo como eso que está a la vez con lo peculiar y lo extravagante, con lo diferente, lo distintivo, la enfermedad, lo genial, la locura, lo brillante, lo extraño, lo exótico. Y es que de las rarezas, hay desde aquellas que son deseadas hasta a las que son indeseadas, las que son indiferentes y nadie les importa o las que simplemente llaman la atención y uno dice “que chido”. Es donde esta lo oculto que debe ser evitado y lo oculto que debe ser encontrado. También lo que deambula por el mundo como cualquier ráfaga y que uno encuentra a su paso ante cualquier momento de distracción.
.
Entonces, ¿la soledad puede hacernos raros? Puede ser, después de todo en soledad las teorías y fantasías se mezclan en una sola cabeza; ya sin otros no hay parámetro de verdad, cualquier rumbo que tome la mente es ampliamente plausible. Ahí los garabatos ilegibles de nuestro pensamiento se hacen bolas y tienen que hacer un esfuerzo por ajustarse a una ortopedia llamada lógica, si es que quieren ser entendibles en lo cotidiano donde hay orden y la norma es regla. Y sí, en lo normal todo es común y todo es semejante. Tal vez de ahí que lo raro pueda atraer y repeler tanto a nuestros sentidos.