domingo, 9 de mayo de 2010

Tiempos simultáneos: De la tribu primitiva y la monarquía medieval al American Way of life.

papua 

Un espectro recorre el mundo, es el espectro de la globalización1.

Algo curioso sucede en estos tiempos contemporáneos: parece ser una época en la que varias temporalidades se mezclan y las historias de diversas culturas se alinean o mimetizan a la llamada civilización occidental. La penetración de la influencia de occidente es tan variada y en ocasiones sus ramificaciones tan hondas que sólo basta ver la inserción del modelo capitalista, por ejemplo, en las distintas regiones del planeta para esbozar la magnitud de ésta. Esto va más allá de poder encontrar coca-cola hasta en los lugares más remotos de la tierra o el uso de tenis Nike por personas de tribus africanas, no, es algo más fundamental, algo que permea diversas capas de la cultura y que lleva una noción de una “civilización ideal” y de un camino a seguir para todos:

Un nuevo mundo ha sido forjado, un nuevo mundo emerge al final de la historia: Todos amamos la democracia, la humanidad admira al europeo y su sofisticada cultura a la vez que todos buscamos la felicidad en nuestro interior (previa alienación a una difusa idea de normalidad y cierta estabilidad económica como condición) – ésta es la noción más común y de mayor circulación entre nosotros los contemporáneos.

Es un hecho que a lo largo de los tiempos, los pueblos siempre se han influenciado unos a otros, a veces en gran escala otras de forma más sutil y moderada; algunas mediante el uso de la violencia y de la fuerza, otras mediante el comercio, las artes, la ciencia o el mismo pensamiento filosófico. Al final, las culturas por su mismo contacto tienden a repercutir en sus cosmovisiones mutuamente. No obstante, en la actualidad vemos un proceso de una gran desproporción respecto de lo que una cultura aporta a otras en forma bilateral, más bien parece estar operando un proceso en el que una cultura fagocita a las otras. Éste es uno de los aspectos más notorios de lo que ahora prevalece como globalización.

Ahora bien respecto de esta globalización, lo que más predomina como tal es la adopción de determinados modelos occidentales por parte de todas las culturas que conforman a la humanidad. Esto es, la adopción de un sistema democrático, la incursión en un sistema de intercambio de mercancías que implique el libre mercado, cierto modelo de verdad basado en “la ciencia”, la utilización de tecnologías complejas y por supuesto la concepción de cierta noción de la historia que tiene que ver con “el progreso”, medido bajo criterios tecnológicos y de niveles de producción.

Un caso llamativo es el de Bután, pues ha sido una nación con una experiencia de la globalización que aporta muchos elementos para pensar en los efectos de ésta. Algo que llama mucho la atención son las circunstancias de enorme prevalencia de sus formas de vida casi intactas a través de los siglos en contraste con una repentina influencia de formas de pensamiento, tecnologías e ideologías en un breve periodo de tiempo, de forma masiva y de amplia diferencia. A mediados del siglo pasado en Bután aún no se conocía el automóvil, el teléfono, el radio y la televisión. Todo esto llego junto a la democracia, el capitalismo, poco más delante la computadora, el internet y otras novedades tecnológicas. Todo a la vez.

Es de asombrar la gran habilidad de la sociedad de poder asimilar todas esas novedades. Ciertamente con diversas resistencias, por supuesto; aunque dada la magnitud de los cambios (de un entorno monárquico-medieval a uno democrático-moderno) la situación bien hubiera podido dar origen a una crisis bastante drástica. Baste pensar en los innumerables pueblos que por los cambios de la globalización han quedado arruinados en sus economías o en enfrentamientos ideológicos con pugnas internas que perduran por décadas. Muchos países pasan por periodos muy largos de anarquía debido a cambios menos drásticos.

En Bután como en otros lugares del mundo, podemos ver la adopción en muchas ocasiones casi literal de los esquemas occidentales o en su defecto ciertas nociones regionales moldeadas a estos. En Bután surge el concepto de Felicidad Interna Bruta (FIB) en complemento al Producto Interno Bruto (PIB); en la que se intenta medir, en lugar del capital producido, los niveles de felicidad de un pueblo. Esto incrusta la perspectiva oriental de estabilidad espiritual en los esquemas de medición y estadística tan arraigados en occidente y utilizados para dar legitimidad a sus nociones de verdad y de ciencia.

Muchas sociedades, incluida la nuestra, parecen incapaces de pensar las cosas de manera distinta a como han provenido de Europa y en últimos tiempos de Estados Unidos; más aún nos vemos a nosotros mismos en un estado de inferioridad y desarrollo respecto de lo que estos pueblos son. Legos de complementar y tomar los buenos elementos de otra cultura buscamos los medios para llegar a ser eso y no otra cosa. Calcamos los modelos de otros lados y nos reprochamos el no poder encajar en esos modelos y el estar muchos pasos atrás, porque siempre estamos en un lugar de retraso con respecto a lo otro.

Ni siquiera soy merecedor de tener mi propia historia, ésta tiene que seguir el cauce de lo que otras historias ya han sido.

De esto no podemos, ni deberíamos echarle toda la culpa a Europa, a pesar de haber esclavizado a gran parte de los pueblos del mundo, de haber saqueado e impuesto sus idiomas en toda aquella región que se pudo y de mantener este sometimiento a través de vías diplomáticas y económicas; pudiendo incluso seguir la conclusión de Jean Paul Sartre, sobre un racismo inherente en el humanismo europeo puesto que “…el europeo no ha podido hacerse hombre sino fabricando esclavos y monstruos”.

De algún modo termina sucediendo aquello que Fernando Solanas describía en su documental “La hora de los hornos”:

“Tarde o temprano el hombre inferior reconoce al Hombre con mayúsculas. Ese reconocimiento significa la destrucción de sus defensas: si quieres ser Hombre realmente, dice el opresor, tienes que ser como yo, hablar el mismo lenguaje, negarte en lo que eres, enajenarte en mí.”

Considero que sería importante preguntarnos: Al final, ¿qué nos queda después de aceptar toda la verdad, toda la estética, toda la lógica y toda la ideología de un solo eje del planeta?

Había dicho que no sería del todo exacto culpar a occidente de todo ello, hay un punto en donde nosotros abandonamos a nuestras búsquedas y a nuestra propia historia e identidad.

Un misterio más se alza en el horizonte inmediato: ¿Qué es lo que ha tenido la cosmovisión euro-occidental para que percibamos en ella el semblante de lo que dará respuesta a todos nuestros vacios?

1Parafrasis del manifiesto comunista: “Un fantasma recorre Europa, es el fantasma del comunismo.”

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